historias sagradas y pintores españoles en roma; colección del prado

PRESENTACIÓN TEMPORAL DE OBRAS DEL MUSEO DEL PRADO: PINTURAS RELIGIOSAS DE ARTISTAS ESPAÑOLES EN ROMA (1852-1864). 23 DE ENERO DE 2012 – 27 DE ENERO DE 2013

Bajo el título Historias Sagradas. Pinturas religiosas de artistas españoles en Roma (1852-1864), la sala reúne cinco de los mejores lienzos, recientemente restaurados, de artistas como MadrazoRosalesAlejo Vera y Domingo Valdivieso que alcanzaron enorme fama en su tiempo y que encaminaron el rumbo de este género desde el refinado purismo tardorromántico de raíz nazarena hacia el nuevo realismo pictórico. La selección de obras expuestas, realizada por José Luis Díez, jefe de Conservación de Pintura del siglo XIX del Museo, y Javier Barón, jefe de Departamento de esta misma colección, presenta, tras un laborioso trabajo de restauración, un exquisito conjunto de lienzos que tuvieron gran importancia no sólo en su tiempo, sino a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX. Mediante su exhibición en las mejores condiciones, en continuidad con la primera sala de Pintura de Historia, se les devuelve una visibilidad perdida ya que son obras prácticamente desconocidas no sólo para el público sino incluso para muchos historiadores.

En las obras de esta sala puede apreciarse el triunfo del purismo académico en la obra de Luis de Madrazo,Entierro de Santa Cecilia en las Catacumbas de Roma, realizada directamente al calor del famoso descubrimiento arqueológico y que ha de considerarse la primera dentro de este género. Este trabajo dio paso a obras cada vez más atentas a un realismo de cuño académico, como el delicado cuadro de Alejo Vera, Entierro de san Lorenzo en las Catacumbas de Roma, que toma como punto de partida el lienzo de Madrazo para dotarlo de un mayor verismo y que culmina en la emocionante pintura de Domingo Valdivieso, El Descendimiento, en la que la influencia de las fuentes artísticas italianas es muy poderosa. El maestro madrileño Eduardo Rosales, en sus dos obras religiosas de juventud, Tobías y el ángel yEstigmatización de santa Catalina de Siena, copia de Il Sodoma, realizadas en Italia, encarna el final de la pintura purista y es la clave precisa para la penetración y el asentamiento del realismo de raíz velazqueña en España.

VIDEO comentado por Jose Luis Díez, Jefe de Conservación de Pintura del Siglo XIX

video-con-comentarios-del-comisario

 

EL DESCENDIMIENTO (1864) DE VALDIVIESO Y HENAREJOS, DOMINGO

«Era el día de preparación. Así que al atardecer, José de Arimatea, miembro distinguido del Consejo, y que también esperaba el reino de Dios, se atrevió a presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato, sorprendido de que ya hubiera muerto, llamó al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto. Una vez informado por el centurión, le entregó el cuerpo a José. Entonces José bajó el cuerpo, lo envolvió en una sábana que había comprado, y lo puso en un sepulcro cavado en la roca. Luego hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la madre de José vieron dónde lo pusieron.» [Evangelio de San Marcos, cap. 15, vers. 42-47.]  

ENTIERRO DE SAN LORENZO EN LAS CATACUMBAS DE ROMA, 1862ALEJO VERA 

«Y cuando era el primer crepúsculo del dos de los idus de Agosto, fue Hipólito, que por las maravillas del beato Lorenzo había creído y recibido el bautismo, con el sacerdote Justino y recogieron el cuerpo y lo envolvieron en un lienzo con aromas y lo transportaron a la casa de la viuda Ciriaca en la vía Tiburtina, donde muchos sacerdotes y muchos cristianos perseguidos se reunían, y le dieron sepultura en una cripta que había en la huerta de la casa, después de ofrecer Justino el sacrificio de alabanza del que participaron la viuda Ciriaca, la cristiana Flavia e Hipólito, y de derramar muchas lágrimas sobre su santo cuerpo«. [Actas de los Mártires]

 LUIS DE MADRAZO. ENTIERRO DE SANTA CECILIA EN LAS CATACUMBAS DE ROMA, 1852 

«Tres veces descargó el verdugo, con fuerza, su espada sobre el cuello de Cecilia sin lograr que su cabeza se desprendiera del cuerpo, y como las leyes del Imperio prohibían que a los condenados a muerte por el sistema de decapitación se les dieran más de tres tajos, no pudo procederse a realizar un cuarto intento, por lo cual la santa salió de aquella horrible carnicería medio muerta y medio viva, y así estuvo durante tres días que aprovechó para distribuir todos sus bienes entre los pobres y para rogar a Urbano que cuidase de las personas que ella había logrado convertir a la Fe. San Urbano enterró el cuerpo de la santa en el mismo lugar en el que estaban sepultados los obispos; y, cumpliendo los deseos de la mártir, consagró la que había sido su casa y la convirtió en templo«. [Jacobo de Vorágine, La leyenda dorada, cap. CLXIX.]  

LUIS DE MADRAZO. ENTIERRO DE SANTA CECILIA EN LAS CATACUMBAS DE ROMA, 1852    
«El domingo celebré allí la misa y le dí la sagrada comunión. Inmediatamente quedó extasiada según costumbre, y su alma que suspiraba por su Criador parecía haber abandonado el cuerpo. Nosotros esperábamos que volviera en sí para recibir de ella consuelos espirituales, cuando de repente vimos que su cuerpo postrado en tierra se levantó un poco, se arrodilló y extendió brazos y manos. Su cara estaba toda inflamada, y así estuvo largo tiempo inmoble y con los ojos cerrados. Después, como si hubiese recibido herida de muerte la vimos caer de golpe y recobrar por instantes el uso de los sentidos: Padre mío: le anuncio que por la misericordia de Nuestro Señor Jesucristo tengo sus llagas en mi cuerpo. Siento en estos cinco sitios y sobre todo en el corazón un dolor tan penetrante que sin un nuevo milagro no podría vivir» [Raimundo de Capua, Vida de Santa Catalina de Siena. Parte II. cap. VI]   
EDUARDO ROSALES. TOBÍAS Y EL ÁNGEL, 1858-1863   
Según el relato bíblico, Tobías, permanecía junto a un río cuando fue amenazado por un pez gigantesco, del que fue salvado gracias a su ángel protector. El cuadro muestra al protagonista buscando refugio en el ángel, el cual ligeramente vuelto hacia la izquierda señala con su mano izquierda al pez, tranquilizando al joven.
Abordado con una estética muy cercana a los pintores nazarenos alemanes y prerrafaelitas italianos, Rosales demuestra en esta obra su conocimiento de las tendencias pictóricas europeas, que ya conocía antes de viajar a Roma. Influencias que bien pudieron llegarle a través de sus maestros Carlos Luis de Ribera Federico de Madrazo.
El pintor realizó numerosos dibujos y bocetos preparatorios, que demuestran lo estudiado de la composición y la preocupación del artista por el resultado final. Características que chocan, sin embargo, con el intencionado aspecto inconcluso de la obra, que enlaza con las indagaciones estéticas visibles en otros cuadros de esta época como Ofelia (P4623) o el Desnudo femenino (P4616). 
Adquirido en 12 de junio de 1879 para el Museo Nacional de Pintura y Escultura, estuvo posteriormente en el Museo de Arte Moderno.

PINTURAS RELIGIOSAS DE ARTISTAS ESPAÑOLES EN ROMA (1852-1864)

Roma fue, junto con Madrid y París, uno de los escenarios principales del arte español del siglo XIX. La Ciudad Eterna poseía un significado propio, fruto de su tradicional protagonismo en la formación de los artistas durante toda la Edad Moderna, pero en el siglo XIX la estancia en Italia se convirtió ya en el punto final de la etapa académica de cualquier artista y suponía el inicio de su madurez profesional.

Los artistas españoles que llegaban a Roma, normalmente disfrutando de una pensión oficial, debían realizar una gran pintura de composición que justificara sus estudios allí. Unos prefirieron llevar a cabo episodios históricos pero otros, entregados al verdadero protagonismo de lo religioso en esa ciudad, eligieron asuntos piadosos. A partir de 1852 y coincidiendo con el descubrimiento del enterramiento original de santa Cecilia y de la cripta de los Papas en las catacumbas de la vía Appia, comenzó una autentica fiebre por los asuntos de la arqueología sagrada que, desde entonces, deslumbró la sensibilidad de casi todos los artistas allí instalados. Tras ese hallazgo, las pinturas religiosas que representaban episodios con justificación arqueológica, especialmente las que narraban episodios protagonizados por los primeros cristianos, se convirtieron en uno de los grandes intereses de los pintores españoles. Con ellas era ya posible satisfacer sus expectativas de erudición en los mismos términos de necesaria veracidad histórica exigida en los ejercicios académicos, pero al mismo tiempo trasmitían una experiencia llena de emoción religiosa, clave en la mentalidad europea de los años centrales del siglo XIX. A partir de entonces una verdadera multitud de pintores sucumbió al atractivo de la Historia Sagrada durante susoggiorno italiano.

Pero la pintura religiosa que llevaron a cabo los pensionados españoles en Roma durante este periodo supuso un verdadero esplendor del género en todo el siglo XIX, que no se limitó sólo a los asuntos paleocristianos. La Historia Sagrada en su integridad, tanto el Antiguo Testamento, como los episodios evangélicos de la vida de Cristo o incluso la de los santos, comenzó a recibir ese nuevo tratamiento histórico y no solo devocional, para lo que se incorporaron toda clase de detalles arqueológicos, procedentes siempre de fuentes que se tomaban por canónicas y que permitían dotar de completa verosimilitud a las escenas religiosas. Fue durante la exploración de esa vía de realismo histórico, cuando tuvo lugar un cambio estilístico clave en los años centrales del siglo XIX, tanto en España como en el resto de Europa.

Una respuesta to “historias sagradas y pintores españoles en roma; colección del prado”

  1. lidia fascinetto estefanoni Says:

    Es maravilloso, más si tuviera relato bíblico

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